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Yo soy el médico que no quieres tener

Por: Marilyn Vicens

Especial para Revista Reporte Médico

Este es el relato de lo que jamás imaginé. Creía que, de algún modo, me dirigiría a un lúgubre lugar plagado de ruidos, angustias, pacientes con el rostro de la muerte dibujado en sus rostros, el temor de sus familiares a flor de piel y un personal médico estrésico yendo de aquí para allá en una especie de samsara del entra y sale y el corre-corre.

Nada de eso. Me topé con una paz sobrecogedora. Un silencio agradable. Una serenidad contagiosa. Rostros amables. Pacientes dormiditos. Familiares saludando gentilmente. Parte del personal muy pendiente de sus pacientes, mientras que la otra parte —mujeres y hombres— decoraba preciosamente la unidad para una ocasión especial (siempre con un ojo en la obra de arte en proceso y otro en lo que discurría en las habitaciones, cuyos ventanales daban un sentido de cercanía a todos).

Unidad de Neurointensivo. Hospital HIMA San Pablo, Caguas. Directora, Gloria Rodríguez Vega, doctora en medicina interna, especialista en cuidado crítico, subespecialista en el área de cuidado neurocrítico. Lo de ella son los cerebros. Y de hecho, eso es lo que ella es: un “cerebro”, como comúnmente llamamos en Puerto Rico a aquellos cuya inteligencia asombra.

Esta mujer de estatura baja, ultra sencilla, sin gota de maquillaje, de pelo negro azabache con unas gotas de rocío plateadas anunciando nuevas etapas, de pisada frágil y temple de acero, muy plantada en su serena firmeza, es la única neurointensivista en todo Puerto Rico. Y una de las muy pocas en todo el mundo.

Joven madre y esposa, la doctora Rodríguez Vega tiene la distinción, entre muchas, de ser la primera mujer graduada de Medicina en Cuidado Crítico en la muy reconocida Universidad de Brown, en Rhode Island. Ha sido la primera en muchas áreas. Y es así en todo, multidimensional. Estudió también en la Universidad de Cornell, en New York donde obtuvo un bachillerato en Literatura Española, a la vez que hacía estudios en Premédica.

De niña le decía a su mamá que, cuando fuera grande, quería “ser doctora con ‘acepción’ a secretaria”. Ni ella misma sabe de dónde salió el vocablo y esta idea tan variopinta, pero el asunto es que también se certificó como secretaria antes de obtener su diploma de escuela secundaria.

Hoy, según se define: “Soy el médico que no quieres tener”. Bueno, la verdad es que no. Pero si a uno, por los azares de la vida,  le tocase la experiencia de un accidente cerebral o algo innombrable tal vez… tengo que decir que estoy en total desacuerdo con nuestra distinguida entrevistada. Ella sí sería el médico que uno querría tener.  A la vista está.

Creo que ella interiormente lo sabe y, por eso, con la sencillez de espíritu que la guía, aclara que: “Bueno, dentro de lo que es un paciente en cuidado crítico sí lo soy, pero nada de egos conmigo. Soy simplemente una mujer haciendo realidad mi vocación”.

Dra. Gloria Rodríguez Vega

¡Y qué vocación! Su horario de trabajo es de semana a semana. Cuando entra a laborar un lunes a las 7:00 am, su hora de salida es el próximo lunes a las 7:00 a.m. Semana de descanso y de vuelta a empezar la ronda. Hay que amar esta profesión-vocación. Es la única respuesta a la lógica pregunta de: ¿cómo puede?

Ella reflexiona y recuerda que estando en su segundo año de Residencia de Medicina Interna: “Se me murió un paciente de sangrado intestinal. Eso me marcó. Me preguntaba qué podría haber hecho para salvar a ese paciente. Mi mentor en ese entonces me dijo algo que me transformó: el cuidado intensivo lo habría salvado”.

Y eso fue todo lo que se necesitó para que diera un giro completo en su camino dentro de la medicina. Pero no solo como profesional, sino como persona. A veces son las grandes tristezas las que nos traen de vuelta grandes bendiciones.

Esas fueron las que comencé a ver cuando inicié mi casi feliz recorrido —de no ser por las razones por las cuales había pacientes allí— por los pasillos y las habitaciones de la unidad de neurointensivo. Espacio hospitalario que, con un toque de sutil hipérbole de parte de quien suscribe, parece sacada de una escena mágica del gran clásico de la literatura mundial Alicia en el País de las Maravillas.

Esta es la escena. Imagínenla. Es real, no exagero:

Habitaciones muy bonitas, luminosas, espaciosas, decoradas con colores cálidos que contrarrestan, al menos psicológicamente, el frío necesario en estos espacios. Todas con ventanales y vista a las preciosas montañas de la campiña cagüeña, para que quienes estén allí puedan solazar sus almas atribuladas en el acogedor abrazo de la naturaleza. Baños para los familiares y/o acompañantes. Mobiliario cómodo y agradable a los sentidos para los familiares y/o acompañantes, que pueden estar 24/7 (los siete días de la semana, las 24 horas del día) junto a sus seres queridos hospitalizados; no únicamente en el demoledor horario súper restringido de los intensivos.

RM 10 F Web-7Una bendición multidimensional se derrama todas las noches sobre los seres en la unidad de cuidado crítico:  Tiempo de Silencio (Quiet Time, como se conoce en inglés), establecido formalmente para apoyar la salud integral de los pacientes: de 10:00 p.m. a 4:00 a.m. se apagan todas las luces, no sólo en las habitaciones sino en los pasillos y se dejan encendidas únicamente las luminarias necesarias para mantener el área segura y conforme a las reglas del hospital; la última ronda de medicamentos —en la medida de lo posible— es a las 9:00 p.m. Cuando el enfermero o la enfermera visita a su paciente durante la noche, no enciende todas las luces sino que enciende una lucecita pequeña y realiza sus menesteres con la menor cantidad de ruido posible; las horas de baño no son al cantío del gallo cuando la aurora aún no ha hecho aparición; el recogido de basura no es las 3:00 de la madrugada, sino luego de que todos han desayunado o en la noche antes de que se hayan retirado a descansar; hay un enfermero o enfermera por cada paciente, un líder de grupo que ofrece apoyo al personal, un gerente, un equipo multidisciplinario y, por si fuera poco, además de los conocidos servicios de capellanía, se ofrecen los tan necesarios e innovadores servicios de tanatología y desde enero de 2013, también ofrecen con mucho éxito,  los servicios de musicoterapia (un encomiable y excepcional avance en el campo de la salud integral en una institución hospitalaria en Puerto Rico),  además, próximamente tendrán hipotermia terapéutica, entre otros.

Es un mundo nuevo. Es una visión nueva muy humanizada. Y aunque nos lo parezca, no es el mundo de Alicia en el País de las Maravillas, sino el de la Dra. Rodríguez Vega, su equipo de trabajo y de la dirección ejecutiva de HIMA San Pablo, Caguas. “Se trata de un nuevo paradigma”, asegura la Dra. Rodríguez. ¿Quién lo duda?

“Mi visión —y nuestra visión en HIMA San Pablo, Caguas— es tener una unidad de excelencia en la que ofrecemos un modelo de salud innovador, integral, acogedor para el cuidado de los pacientes críticamente enfermos, un modelo basado en ciencia pura, pero con mucho humanismo”. Ya se ve que no fue el producto de la casualidad que su formación inicial, como señalamos anteriormente, fuera una combinación de Humanidades con Premédica.

La visionaria doctora, amante del arte, la música, la poesía y la literatura, que anteriormente laboró en el Hospital de Veteranos y en el Centro Médico de Puerto Rico, afirma: “Nuestro lema aquí es atención al detalle, a las sutilezas, no solo en relación con los pacientes, sino del personal, de los familiares, del entorno. Es un todo y podría parecer una cursilería, pero no lo es.  Es algo que yo defino como radical verdaderamente. Es parte de los grandes cambios que estamos viendo en el mundo, en la medicina, en todo”.

Es una nueva forma de promover salud física, mental y espiritual a pacientes en una unidad muy especial y especializada en la que se trabaja con casos de sepsis, cirugías complicadas, ventilación mecánica, hemorragias subaracnoideas, sangrado intercerebral, strokes (derrames) y otros.

Para responder de inmediato a las necesidades de estos pacientes en estado crítico la unidad cuenta con un Equipo de Respuesta Rápida (Rapid Response Team en inglés) integrado por: un médico, un farmacéutico y un terapista respiratorio, así como el resto del personal, la más sofisticada tecnología y los equipos más avanzados.

Parados (al fondo): izq a der: Kathleen Cruz Cruz, BSN, Pedro Vega Guzmán, Head Nurse
Parados: izq a derecha: Dra. Gloria Rodríguez Vega, Directora Unidad Neurointensivo, Edwin Aponte García, BSN, Jahaira Rentas Díaz, Gerente Enfermería, Sarimar González, Oficinista, Luz Vázquez, Oficinista, Dra. Yarelis Alvarado, PharmD, Carlos De La Rosa, Técnico Telemetría, Liyn Muñoz, PharmD, Carlos Serrano, Supervisor,
Sentados: der a izq: Lcda. Astrid Ortiz, LND, José Merced, BSN, Marta Esquilin, BSN.

“Somos líderes dentro de la institución. Lo más importante es que trabajamos en equipo y todos sabemos lo que está pasando con todos en todo momento. Manejamos al paciente completo, lo desfragmentamos, no sólo en su parte física, sino en todos sus cuadrantes y componentes. Para eso precisamente contamos con un equipo multidisciplinario. Esta es una unidad en principio fría, literal y poéticamente. Pero el calor humano no falta. Por lo general, aquí los procesos son lentos. Esta es una escuela de paciencia. Nuestro rol, en ese sentido,  es comunicar sensiblemente qué cambios positivos o no, están sucediendo en el paciente”, dice la especialista.

En ese aspecto ayuda muchísimo su visión de que en la unidad “somos un libro abierto. El familiar puede estar presente en el examen que se le hace al paciente. Se le explica todo de una manera honesta, sensible y sencilla. Se le hace parte del proceso, porque en realidad lo es. Al final, cuando el paciente se va,  entregamos una hoja de satisfacción al grupo familiar. Y de veras tomamos muy en cuenta las observaciones y comentarios de estas personas”.

Tanto es así que, como gentil recordatorio de la visión clara y la misión fecunda de esta humanista, científica y profesional de la salud, a la entrada del noble recinto de la unidad de neurointensivo, desde la altura, penden unos avisos escritos muy diferentes a los usuales en este tipo de instalación médica, como: “no fume”, “no ingiera alimentos”, “no corra”, “no tertulie en los pasillos”. Ya lo sabemos de memoria. Pero en este lugar, como todo lo demás, no es lo común lo que nos espera. Los letreros, por el contrario,  nos avisan lo siguiente: Servicio… Empatía… Profesionalismo… Compasión… Excelencia… Compañerismo… Vocación… Pasión… Compromiso…

La doctora Gloria Rodríguez Vega, única mujer neurointensivista del archipiélago de Puerto Rico, ¿será verdad  que ella es el médico que no queremos tener?  Usted tiene la palabra.

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