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Sal: ¿amiga o enemiga?

 

Dra. Montserrat Rodríguez
Dra. Montserrat Rodríguez

Por: Dra. Montserrat Rodríguez

Especialista en Medicina Interna, Gastroenterología y Nutrición

Hemos escuchado a médicos y nutricionistas advertirnos acerca de los peligros del exceso de sal. Hasta en conversaciones informales sobre dietas y salud, el tema de la sal siempre se destaca y algunos la catalogan como “veneno”.

Después de haber estudiado varias tendencias curativas y teorías nutricionales tradicionales y no tradicionales, he aprendido que la sal no es perjudicial. El problema viene cuando es refinada, procesada o cuando se usa combinada con otros ingredientes con la finalidad de preservar comidas para su consumo masivo. Siendo más específicos, una cosa es el cloruro de sodio ( NaCl) o sal de mesa, y otra muy diferente es el sodio que se usa para preservar comidas enlatadas o envasadas al vacío en frascos; dulces, chips y comidas congeladas ya listas para consumirse, entre otros. Es este sodio el que puede causarnos una gran cantidad de enfermedades como la hipertensión arterial, afecciones del riñón o alteraciones metabólicas. En cambio, la sal de buena calidad, purificada y sin procesar, contiene minerales que son necesarios para regular las funciones de nuestras células y sistemas. Ejemplo de ellas es la sal negra y la sal marina orgánica.

En el terrero de la cocina y la nutrición terapéutica démosle un vistazo a los diferentes tipos de sal:

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SAL NEGRA: (kala Namak o Snachal)

Es un mineral no refinado y, aunque su color es rosado, una vez entra en contacto con los alimentos o con nuestra saliva se torna negra. Otro rasgo muy característico es el fuerte olor a sulfuro que despide. Es muy usado en la cocina de la India y se le atribuyen propiedades antiinflamatorias en casos de enfermedades intestinales.

SAL CELTA: (sal gris marina francesa)

Proviene de las aguas de la costa británica-francesa. Es rica en minerales y se recoge en recipientes de madera para evitar el contacto de la sal con el metal. Se consigue en diferentes tamaños de grano; mientras más, grande más pura.

SAL KOSHER:

Es sal regular pero procesada con requerimientos especiales siguiendo los lineamientos de la cultura judía. Contiene menos aditivos y es un poco más salada que la ordinaria sal de mesa. Viene en granos más gruesos o en hojuelas pequeñas, esta última es mejor para cocinar pues se disuelve rápido y es menos fuerte que la sal regular. Es importante recalcar que no es necesariamente sal marina, su origen se refiere a la manera como es procesada.

SAL MARINA:

Es la que origina la mayoría de las sales refinadas. Se recoge de manera natural dejando evaporar los charcos de agua de mar vivo y reposa en recipientes especiales cerca de la orilla de los mares. Suele no implicar mucho refinamiento y por este motivo es rica en otros minerales como hierro, magnesio, calcio, potasio, manganeso, zinc y yodo. Las fuentes más populares de este tipo de sal son el mar Mediterráneo, Mar del Norte y el océano Atlántico. Es mucho más sana que la sal de mesa y se consigue en diferentes tamaños de grano.

Por otra parte, la sal puede tener varios usos además de formar parte de nuestros platos y comidas. Por ejemplo, nuestras abuelitas han usado por largo tiempo la sal para curar los instrumentos de hierro y otros metales. También sirve para evitar que se peguen las comidas y se quemen al momento de su cocción. Así mismo, la sal es útil para quitar las manchas de nuestra vajilla.

Medicinalmente se usa para curar lesiones o inflamaciones en las encías y garganta, mezclándola con agua caliente o tibia según sea el gusto de la persona. En la odontología antigua se usaba para blanquear los dientes y conservar la salud de las encías. Les invito a tratar este remedio utilizando una mezcla de sal de grano grueso y soda en polvo para hornear (baking soda) y aplicándola en el área.

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Esta mezcla de electrolitos también es excelente para eliminar líquido retenido de algunas zonas claves, sobre todo donde el edema es pequeño como, por ejemplo, en las famosas bolsas de los párpados que se forman después de una noche de insomnio. Mezcle una cucharada de sal en una buena cantidad de agua, colóquela en la nevera y, cuando esté fresca, humedezca dos algodones. Luego colóquelos sobre los ojos por unos 20 o 30 minutos. Resultados similares se pueden obtener al colocar los pies cansados e hinchados dentro de un recipiente con agua fresca o fría y sal. Otro uso es en la jardinería para preservar las flores una vez que son cortadas y colocadas en el florero.

Espero que de ahora en adelante cuiden mucho el consumo de la “sal enemiga” y que disfruten de los beneficios de la “sal amiga”.

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