Aunque los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares suelen acaparar la atención, otra afección vascular amenaza silenciosamente la salud y la calidad de vida de miles de puertorriqueños: la enfermedad arterial periférica (EAP).
Esta condición, causada por el estrechamiento de las arterias que suministran sangre a las extremidades, afecta a un alarmante 42% de las personas de 50 a 69 años en Puerto Rico, según estudios locales, aunque la conciencia sobre ella sigue siendo baja.
La EAP restringe el flujo sanguíneo hacia las piernas, lo que provoca síntomas como dolor al caminar, fatiga o heridas que tardan más en sanar. En su forma más grave, conocida como isquemia crónica que amenaza los miembros inferiores (ICAMI), la enfermedad puede causar dolor persistente incluso en reposo, así como úlceras o infecciones que no cicatrizan y que pueden conducir a la amputación.
A nivel mundial, el número de personas con EAP ha aumentado en un 72% desde 1990, pasando de aproximadamente 65.7 millones a más de 113 millones en 2019.
Las consecuencias son devastadoras, no solo en el aspecto físico, sino también en el plano emocional y económico. Los expertos señalan que las personas con EAP tienen de 10 a 12 veces más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco o insuficiencia cardíaca que aquellas sin esta condición. Esto no es solo un problema de las piernas: es una señal de advertencia de una enfermedad cardiovascular grave.
“Durante décadas, el tratamiento de las arterias bloqueadas por debajo de la rodilla se basó principalmente en la angioplastia con balón, un procedimiento mínimamente invasivo que abre temporalmente las arterias estrechadas. Sin embargo, este método a menudo conducía a un nuevo estrechamiento y a repetidas intervenciones”, explica el Lcdo. Marrero, director ejecutivo del Centro Cardiovascular de Puerto Rico y del Caribe.
Hoy, la innovación en la atención vascular ofrece nuevas esperanzas. Abbott presentó recientemente en Puerto Rico el sistema Esprit™ BTK, el primer stent reabsorbible de su tipo aprobado por la FDA. Diseñado para pacientes con ICAMI, este sistema mantiene las arterias abiertas, libera un fármaco curativo llamado everolimus y luego se disuelve gradualmente, sin dejar restos permanentes.
“Esta tecnología marca una nueva era para los pacientes con EAP”, afirma el Dr. Damián Grovas, cardiólogo intervencionista del Centro Cardiovascular de Puerto Rico y del Caribe. “Nos permite restaurar el flujo sanguíneo y reducir el riesgo de complicaciones graves como amputaciones, al tiempo que mejora potencialmente la calidad de vida de los pacientes”.
A pesar de los avances, los especialistas coinciden en que la detección temprana sigue siendo la herramienta más poderosa contra la EAP. Los chequeos regulares, una alimentación saludable, dejar de fumar y el ejercicio son claves para reducir el riesgo.
Las personas con diabetes, hipertensión, colesterol alto o antecedentes de enfermedad cardíaca deben hablar con su médico sobre la detección de la EAP.
Con la llegada de tratamientos innovadores como este, Puerto Rico se une a la lista de regiones que ofrecen opciones de vanguardia para pacientes con enfermedad vascular crónica. Pero los expertos enfatizan que el conocimiento debe crecer tan rápido como la tecnología: cuanto antes se detecte la EAP, mayores serán las posibilidades de salvar no solo extremidades, sino vidas.

