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Sabiduría ancestral en una olla: los beneficios del caldo de huesos

Por: Dra. Montserrat Rodríguez

Dra. Montserrat Rodríguez

Médica y Nutricionista Transformadora

Querido lector virtual:

Hoy quiero hablarte de nutrición, sanación y de historia… Desde hace siglos, nuestras abuelas preparaban caldos lentos, densos, llenos de sabor y sabiduría. No era solo una tradición culinaria, sino una medicina casera. Cuando alguien en casa se enfermaba, cuando había fatiga, resfriados, convalecencias, dolor en las articulaciones o malestar digestivo, el remedio no salía de una farmacia: salía de una olla.

Hoy la ciencia funcional nos confirma lo que la sabiduría popular ya sabía: el caldo de huesos es uno de los alimentos más regeneradores que podemos ofrecerle a nuestro cuerpo. Su riqueza nutricional lo convierte en un verdadero elixir para el intestino, las articulaciones, la piel, el sistema inmune, el hígado y las hormonas.

¿Por qué es tan poderoso?

Cuando preparamos un caldo con huesos de calidad, cocinados lentamente con vinagre, hierbas y vegetales, extraemos de ellos colágeno, minerales biodisponibles, aminoácidos antiinflamatorios y compuestos que ayudan a reparar tejidos. Esta combinación única lo convierte en un gran aliado para:

¿Cuándo lo recomiendo en consulta?

En mi práctica clínica lo indico en muchos contextos:

Lo mejor de todo es que es accesible, económico, personalizable y… ¡delicioso!

¿Cómo se toma?

Puedes tomarlo en ayunas como parte de una rutina de reparación intestinal. También es excelente como base para cremas, sopas o guisos, o como colación en la tarde o noche, cuando necesitas algo reconfortante sin sobrecargar el sistema digestivo.


Receta de caldo de huesos sanador

(Versión funcional y medicinal)

Ingredientes:

Opcionales:


Paso a paso:

  1. Coloca todos los ingredientes en una olla grande o en olla de cocción lenta (slow cooker).

  2. Agrega suficiente agua para cubrir bien los huesos y vegetales.

  3. Añade el vinagre de manzana para facilitar la liberación de minerales.

  4. Cocina a fuego muy bajo:

    • En olla tradicional: durante 24 horas (si es de res) o 18 horas (si es de pollo).

    • En slow cooker: 24 horas en temperatura baja.

  5. Retira la espuma que suba durante la primera hora de cocción, si es necesario.

  6. Una vez terminado, cuela bien y desecha los sólidos. Si lo deseas, retira la grasa visible una vez el caldo se enfríe en la nevera (aunque esa grasa es nutritiva si se tolera).

  7. Guarda en frascos de vidrio en la nevera hasta por 5 días o congela en porciones para uso prolongado.


Mi consejo final:

Empieza con una taza al día. No necesitas cambiar todo de golpe. Solo empieza a nutrirte desde lo profundo. Tu cuerpo lo va a sentir y te lo va a agradecer.

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Tu nutricionista

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