Por: Dra. Montserrat Rodríguez

Médica y Nutricionista Transformadora
Querido lector virtual:
Hoy quiero hablarte de un suplemento que ha pasado de ser “el secreto de las abuelas” a ocupar un lugar en mi botiquín personal: el aceite de orégano. Y no, no me refiero a la especia seca que usamos para darle sabor a la pizza, sino a un concentrado poderoso, con siglos de historia, que puede convertirse en un verdadero escudo para la salud… siempre que sepamos usarlo bien.
Déjame llevarte un momento al pasado: imagina a los médicos griegos, hace más de dos mil años, usando aceite de orégano para curar heridas y aliviar problemas respiratorios. Hoy, la ciencia ha confirmado que tenían razón. Este aceite concentra compuestos como el carvacrol y el timol, que actúan como guardianes contra bacterias, virus, hongos y hasta ciertos parásitos.
Por qué me encanta el aceite de orégano
Yo lo considero como ese amigo que aparece cuando más lo necesitas: no lo usas todos los días, pero cuando tu sistema inmune está bajo, ahí está para darte un empujón. Entre sus beneficios más importantes:
-
Es un antimicrobiano natural, capaz de combatir desde bacterias resistentes hasta hongos como Candida albicans.
-
Puede ayudar a despejar las vías respiratorias en resfriados o sinusitis.
-
Tiene un efecto antiinflamatorio que calma molestias articulares o musculares.
-
Ayuda a equilibrar la microbiota intestinal y es útil en casos de sobrecrecimiento bacteriano (SIBO).
Cómo escoger un aceite de orégano de verdad
Aquí no vale “cualquiera sirve”. He visto pacientes gastar dinero en productos que parecen aceite de orégano, pero que en realidad son aceites aromatizados sin beneficios reales. Lo que debe buscar es:
-
Que provenga de Origanum vulgare, el orégano mediterráneo.
-
Que indique un contenido de carvacrol de al menos 60-80 %.
-
Que esté libre de solventes y aditivos innecesarios.
-
Que haya sido extraído por destilación al vapor.
-
Que esté en un frasco oscuro de vidrio.
Cómo usarlo sin correr riesgos
El aceite de orégano es muy potente. Yo siempre digo: “unas gotas pueden ayudar, pero unas gotas de más pueden irritar”.
-
Vía interna: si la presentación es apta para ingerir, de 2 a 4 gotas diluidas en aceite de oliva o coco, o dentro de una cápsula vegana, 1-2 veces al día, máximo por 2 semanas seguidas.
-
Uso tópico: siempre diluido (1 gota por cada 5 de aceite portador) para hongos, picaduras o irritaciones.
-
Inhalación: unas gotas en agua caliente para descongestionar.
Precauciones:
-
Evítalo en embarazo y lactancia.
-
No lo uses si tienes gastritis severa o úlceras activas.
-
Consulta si tomas anticoagulantes o medicamentos para la presión o el azúcar.
-
No lo administres a niños pequeños por vía interna.
Un consejo que siempre doy a mis pacientes
El aceite de orégano no es para tomarlo como vitamina diaria, sino como un tratamiento puntual y estratégico, cuando el cuerpo necesita un refuerzo. Piénsalo como un “bombero” que apaga un incendio, no como el vigilante que se queda en la puerta todos los días.
En resumen: es un aliado poderoso, pero su fuerza es tal que merece respeto. Elegir la versión correcta, usarlo con las dosis adecuadas y entender cuándo NO usarlo es lo que marca la diferencia entre un remedio natural que ayuda… y uno que puede causar problemas.
Con cariño siempre.
Para más información, drmontserrat.com