Por: Dra. Montserrat Rodríguez
Médica y Nutricionista Transformadora
Comer con la estación del año es una excelente guía para aprovechar los recursos que la madre naturaleza nos ofrece mientras nos mantenemos sanos y controlamos de manera más efectiva nuestro peso. Si observamos con detenimiento el fenómeno del cambio de estaciones y las variaciones del ambiente, el clima, la vegetación, e incluso los precios de los alimentos, podemos hacer una correlación perfecta entre estos cambios e incluso entender por qué nuestro cuerpo se antoja de ciertas comidas en ciertas épocas del año.
Ahora que estamos en verano, por ejemplo, aumenta el calor, la humedad, la radiación solar e inmediatamente nuestro termostato biológico lo nota. Lo primero que vamos a sentir es más sed y, por ende, un aumento en el consumo de agua, o de otras bebidas que repongan los electrolitos perdidos con la sudoración y la evaporación. Con respecto a la cantidad, es totalmente personal, pero siempre consideren que cuando comenzamos a sentir sed es porque ya hay un grado de deshidratación que debe ser corregido de inmediato, pues esa es una señal de alarma que se activa en nuestro cuerpo. Otras alternativas sanas y bajas en calorías son: tés de hierbas, agua de coco natural, agua de Jamaica, agua de cáscara de piña, o simplemente agua con rodajas de limón o pepino.
Cuando se trata de comida, aquella que nos refresca es la primera que se nos viene a la mente. Entre ellas, tenemos frutas en su forma natural o en smoothies y/o jugos, principalmente de fresas, manzana, pera, ciruela, duraznos, melones, es decir, las frutas que más contenido de agua tienen y que por ende nos van a refrescar y calmar el calor. Entre los vegetales, tenemos la calabaza de verano, el brócoli, la coliflor, el maíz, el pepino, la zanahoria, los espárragos, el pimentón y el tomate, con los cuales no solo podemos hacer ensaladas maravillosas, sino también parrilladas al aire libre llenas de nutrientes y bajas en calorías. Para aderezar, no pueden faltar el jugo de limón u otros cítricos, la menta, la hierbabuena, el perejil y el cilantro, que no solo les darán un toque delicioso y especial a nuestras ensaladas, sino que también van a fortalecer nuestro sistema inmune.
Para nadie es un secreto que cuando llega el verano también llega la época de las barbacoas o asados, y en este caso recomendamos carnes ligeras, con poca grasa, magras y, si son blancas, mucho mejor. Pinchos de pollo, de pescado y de mariscos son deliciosos y prácticos para los más pequeños o para aquellos que deben cuidar su colesterol y su peso. Preferiblemente consumir las carnes en sus variedades crudas como los ceviches, el tartar, carpaccios, sashimi y otras variedades de la comida japonesa ya que son de digestión más ligera y refrescante porque no requieren cocción.
Un consejo adicional es que aprovechemos los días más largos, luminosos y soleados para tomar sol, ir a la playa y estimular la producción de vitamina D en nuestras células, ya que durante el resto del año es más difícil cubrir los requerimientos de esta importante prohormona.
Pero como no en todas partes es verano por estos tiempos, quiero también darles algunos tips y recomendaciones a mis queridos amigos del hemisferio sur del planeta, quienes a diferencia de nosotros están atravesando el invierno. Como es de esperarse, también en esta época el cuerpo tiene requerimientos especiales muy diferentes a los del resto del año, por lo que en este caso el agua caliente, los tés de hierbas y especias, e incluso el chocolate caliente bajo en calorías van a ser bien recibidos, incluso por aquellos que quieren mantener el peso.
En invierno, la prioridad es mantener el cuerpo caliente y protegido del frío, que puede ser intenso y que a veces nos agarra desprevenidos. Por esto, las comidas que usualmente nos provocan son los potajes, sopas de verduras tipo tubérculos que son más densas y solo pueden comerse cocinadas. Entre las especias, el ajo y la cebolla son muy importantes porque tienen propiedades antibacterianas y ayudan a la digestión de comidas que suelen ser más densas.
Entre las carnes, pues todas las que sean en forma de estofados, horneadas y hervidas, pero como siempre la clave para no engordar durante estos días es controlar la cantidad y mantener la actividad física que durante el invierno también es divertidísima y requiere de más gasto calórico.
En todo caso, el corolario de todo esto es que nos dejemos llevar por las estaciones porque la naturaleza es sabia y nosotros somos parte de ella, aunque a veces se nos olvide. Consumir local y fresco es otra buena guía y lo más importante, creatividad y balance en todos los casos…. ¡Buen provecho y manténganse hidratados!
Para más información, drmontserrat.com