Por: Dra. Montserrat Rodríguez

Médica y Nutricionista Transformadora
Querido lector virtual, hoy quiero comenzar este artículo con esta pregunta: ¿han escuchado hablar de la dieta carnívora? Seguramente sí, porque en este momento está en tendencia y cuenta con una legión de seguidores que la defienden con firmeza. Entre los beneficios que se le adjudican están la promesa de aumentar la energía, acelerar la pérdida de peso, disminuir la inflamación e incluso aportar mayor claridad mental. Pero, ¿es realmente la panacea o estamos cayendo en una moda más, con un lado oscuro que aún no hemos descubierto?
La realidad es que esta dieta puede tener beneficios, pero también conlleva riesgos serios si no se lleva a cabo con cuidado y bajo la guía de un médico nutricionista experto en la materia.
A continuación, te explicaré cómo lo hago con mis pacientes en la consulta: directo, sencillo y con base científica.
¿De dónde viene la dieta carnívora?
No es tan nueva como parece. Pueblos ancestrales como los inuit en el Ártico o los masái en África vivieron durante siglos con una alimentación basada casi totalmente en proteína animal.
La diferencia es que ellos comían todo: carne, vísceras, piel, médula, grasa… nada de embutidos ultraprocesados ni hamburguesas congeladas.
¿Por qué se puso de moda?
Porque figuras como el Dr. Shawn Baker o incluso Joe Rogan empezaron a hablar de sus supuestos beneficios: bajar de peso rápido, mejorar la energía y hasta reducir enfermedades autoinmunes.
Pero… ¿qué dice la ciencia?
Algunos estudios muestran mejor control de la glucosa y pérdida de peso. Incluso hay reportes de reducción de inflamación. Sin embargo, son estudios pequeños y a corto plazo. La evidencia sólida todavía no está disponible.
Ventajas y beneficios
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Mayor saciedad: al consumir carnes de diferentes tipos, grasas incluidas, junto con otros tejidos como tendones o cartílagos, comes menos porque quedas satisfecho.
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Al tener más saciedad, es más fácil controlar el apetito y regular la glucosa.
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Por ser una dieta simple, resulta muy atractiva para personas ocupadas, sin tiempo y que no quieren complicarse pensando qué cocinar.
Desventajas y riesgos
Entre los efectos dañinos o inconvenientes de esta dieta, destacan:
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Es una dieta con prácticamente cero fibra: al excluir vegetales, frutas, legumbres y semillas, solo quedan proteína y grasa. Esto afecta severamente la microbiota y el movimiento intestinal, causando estreñimiento y digestiones pesadas.
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Si se mantiene por tiempo prolongado, puede aumentar el colesterol LDL (“colesterol malo”).
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Es fácil desarrollar deficiencias de vitaminas y minerales (vitamina C, magnesio, potasio…), presentes en los alimentos que se eliminan.
Errores comunes al hacer la dieta carnívora
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Comer solo cortes de carne magra y sin grasa (pechuga de pollo, filet mignon, lomo de cerdo, etc.). Esto causa fatiga garantizada. Para compensar, incluye cortes con grasa y, si es posible, consume también la piel. Alterna entre carnes, pescados y aves.
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No incluir vísceras, fuente de nutrientes clave. Si no te gustan, considera suplementar con cápsulas de vísceras.
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Olvidar hidratarse y consumir sal. Esto puede provocar cansancio, calambres, estreñimiento y dolor de cabeza. La solución es hidratarse bien y añadir electrolitos al agua al menos una vez al día.
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Basar la dieta en embutidos procesados. Esto arruina los posibles beneficios, ya que no es la dieta en sí, sino la calidad de los alimentos lo que marca la diferencia. Opta por carnes frescas y con buenos estándares de calidad.
Recomendaciones antes de empezar
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Hazte exámenes de sangre: perfil lipídico, glucosa/HbA1c, función renal y hepática, vitaminas y minerales.
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Prepárate para suplementar con electrolitos, magnesio y vitamina C.
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Recuerda: la dieta carnívora puede ser una herramienta puntual, pero no es para todos. Nunca debe hacerse a ciegas.
Con cariño,
Para más información, drmontserrat.com